lunes, 7 de diciembre de 2015

Crónica de una depresión anunciada: Europa huele a rata



En el articulo anterior de esta serie, Regularidades e incertidumbres, explicábamos los elementos que nos habían permitido anticipar, al menos en parte, la evolución de la economía mundial que estamos observando en la actualidad. También explicábamos que había factores novedosos, que creaban incertidumbre acerca de que el actual ciclo de debilidad en las economías periféricas de la economía-mundo terminase desembocando en una nueva crisis financiera.

También comentábamos muy brevemente como podían afectar esos movimientos a la economía española. Citando lo que allí decíamos:


¿Cómo afectará todo esto a España? La bajada del precio de materias primas nos ha sentado de momento excelentemente, y la salida de capitales de los países emergentes podría facilitar su entrada en España. La otra cara de la moneda es que la mala situación de estos países reducirá la demanda mundial, y nuestras exportaciones se pueden ver afectadas. El comercio mundial ya está sintiendo los efectos.

[…] temo que antes de que nuestra economía comience a verse afectada a través del canal comercial, puede verse afectada a través del canal financiero, mucho más rápido.

La afección a través del canal financiero se conoce con el folclórico nombre de “contagio”, que puede hacer referencia a situaciones diversas. Una de las razones que explican el contagio entre países cuya situación financiera presenta diferencias significativas, es que comparten un centro financiero de referencia. El contagio estaría causado por las dificultades de ese centro financiero, que le obligarían a restringir sus operaciones, dejando de refinanciar los préstamos en un tercer país, que sufriría el contagio.


Este esquema se podría aplicar parcialmente a la crisis de deuda soberana española, aunque la mayor parte tuvo su origen en la percepción de que España se endeudaba en moneda extranjera, es decir, el riesgo de ruptura del euro o riesgo divisa.

martes, 24 de noviembre de 2015

Utopía 2.0



Hace unas semanas, desde la asociación Autonomía y Bienvivir lanzamos un segundo texto colaborativo, tras nuestro Programa para una Gran Transformación. El nuevo texto fue publicado en el blog de Antonio Turiel The Oil Crash, al igual que el primero. En esta ocasión cambiamos el enfoque y en lugar de centrarnos en lo que habría que hacer, decidimos hacerlo en el objetivo, en la sociedad que nos gustaría alcanzar. Lo que descubrimos es interesante, hay bastante consenso, al menos dentro de los limitados círculos por los que se movió el artículo, en cuanto a la sociedad en la que nos gustaría vivir. Mucha gente, tanto en el Foro Oil Crash como en el programa de Ampliando el Debate donde se debatió el artículo, nos declaró su deseo de vivir en una sociedad así, si bien algunos mostraban su escepticismo acerca de que el objetivo sea alcanzable, no ya por la extrema dificultad de que podamos aproximarnos a vivir de esta forma (opinión que compartimos) sino por creer que es absolutamente imposible hacerlo. Aquí hubo dos tipos de argumentos, unos basados en el concepto de naturaleza humana y otros en la gran escasez de recursos que se aproxima.

Comenzando por el último de estos argumentos, que dio lugar a un interesante intercambio de ideas entre Ferran P. Villar y un servidor, nuestra posición es no entrar en el necesario debate sobre cual es el estado actual de la biosfera, su grado de deterioro e irreversibilidad del daño, así como la energía de la que podremos disponer mediante energías renovables, debate que creemos es esencial que se realice a nivel académico, siendo nuestro papel el de exigir que se le de la importancia central que debe tener y que el intercambio de ideas sea honrado y transparente, atendiendo sólo al bien común y no a intereses particulares. Por otro lado, insistimos reiteradamente en un aspecto que está expresado en la introducción de nuestro texto, la utopía no es una previsión para el futuro, sino una herramienta de toma de decisiones. Tomar decisiones que nos acerquen a un futuro como el que se describe en nuestro texto redundará en un menor consumo de recursos, y en una sociedad más resiliente, por tanto la utopía es útil, independientemente de que el futuro pueda ser distinto, porque las decisiones que nos incita a tomar son congruentes con un futuro con baja disponibilidad energética y en general de recursos.

Respecto al primer punto de crítica, debo decir que el concepto de naturaleza humana está evidentemente obsoleto. Lo que nos enseña el estudio de las innumerables formas y variedades que adopta la cultura humana es precisamente su enorme capacidad de adaptación, y cómo nuestro comportamiento está tremendamente condicionado por nuestras instituciones culturales. Sin embargo, esta crítica sí incide en un aspecto esencial que debemos tener muy en cuenta, y que también dio lugar a un interesante debate ¿cómo lograr estos cambios? La cuestión del cómo la afrontamos en nuestro Programa para una Gran Transformación, pero evidentemente ese artículo no agota la cuestión, ni mucho menos. Su punto de partida implícito es que nos gobierna un poder benévolo capaz de tomar las decisiones correctas. Ello nos remite a la cuestión del poder, o en términos gramscianos de la hegemonía. Es necesario un cambio cultural, y para ello debemos deslegitimar el sistema vigente, desde nuestros blogs y podcast, difundiendo información, pero también haciendo. Como decía Gandhi “se el cambio que quieres ver en el mundo”. Esa es la gran dificultad, porque como analicé largamente en mi serie de artículos sobre la libertad, nuestro sistema no permite segundas opciones, a quién no colabora con él le excluye y le deslegitima, le convierte en un paria y en un estorbo para el resto. Esa gran cuestión acerca del poder es uno aspecto esencial que debemos iluminar en un futuro cercano.

¿Por qué volver a presentar este texto en tan breve espacio de tiempo? Porque desde un comienzo dijimos que la utopía estaba abierta a la colaboración de todos, de ahí nuestro empeño en debatirla, y de ese debate han surgido las primeras modificaciones. Gracias a la aportación de sistudey, de Foro Crash Oil, hemos modificado alguna frase sobre la vivienda y añadido dos párrafos sobre la construcción en nuestra sociedad utópica. La intervención de nuestro compañero de Ampliando el Debate Carles Sirera nos animó a incluir un pequeño apartado sobre seguridad, interna y externa. Por último, algunos compañeros de la asociación realizaron aportaciones de última hora en el terreno de los valores, el trabajo o el consumo. En un futuro valoramos la posibilidad de incluir alguna referencia a los sorteos como forma de romper las jerarquías, aportación que hizo nuestro compañero de Ampliando el Debate Vicente Ríos. Y ¿por qué no? la utopía sigue abierta, el próximo en aportar algún aspecto nuevo o en corregir uno existente puede ser usted, querido lector. Los comentarios de este blog son todo suyos, y están abiertos al debate, así como la participación en nuestra asociación. Sin más preámbulo, les dejo con la versión 2.0 de nuestro texto.

martes, 17 de noviembre de 2015

Crónica de una depresión anunciada: regularidades e incertidumbres



Fue a comienzos del año 2014 cuando desde esta modestísima tribuna lancé la voz de alarma ante los primeros síntomas de una nueva fase de la crisis que quizás desembocase en un nuevo batacazo financiero. Desde entonces, el desarrollo de los acontecimientos ha seguido, de forma lenta pero segura, el camino que trazamos en aquella ocasión. Realmente, y aunque esté mal que yo lo diga, el guión expuesto en “¿Estamos entrando en una fase de la crisis sistémica global?” se ha ido cumpliendo aunque con cierta parsimonia.

El mérito que puedo atribuirme por este momentáneo acierto no es mucho, tan sólo me fijé en el comportamiento de la economía mundial desde el último cambio institucional relevante, el colapso del sistema de Bretton Woods. Desde entonces la economía mundial presenta ciertas regularidades, que me hacían presagiar, al menos a grandes rasgos, algunos elementos del futuro. La semántica es importante, y aquí nos encontramos ante regularidades, no ante leyes, ni certezas, pero si el marco institucional se mantiene, es decir, si no actuamos modificando aquellos elementos que han hecho posible este comportamiento predecible, hay bastantes posibilidades de volver a tropezar en la misma piedra. Este razonamiento nos conduce hasta la incertidumbre, en realidad hay factores diferenciadores bastante significativos en la actualidad que no encontrábamos en el pasado, tendremos que tenerlo muy en cuenta, pero veamos primero las regularidades:

  • La economía no es lineal, es cíclica, como muchos otros sistemas. Una regularidad de la economía mundial es la alternancia de crisis financieras entre países industrializados y emergentes. Comenzando por la crisis de deuda latinoamericana (que afectó a todo el conjunto de países emergentes y no sólo a Latinoamérica), siguiendo con las crisis de finales de los ochenta y principios de los noventa en los países desarrollados (como por ejemplo la crisis del Sistema Monetario Europeo, que fue precedida por sendas crisis en EEUU y Japón, en un periodo breve de tiempo), continuando con la crisis de los Tigres Asiáticos (que nuevamente hay que señalar que afecto a un conjunto más amplio de países, desde mediados de los noventa hasta comienzos de la década siguiente), llegando por último al momento presente, con la crisis subprime y sus secuelas.

  • Otra regularidad significativa que podemos observar es que todas estas crisis periódicas y alternas vienen precedidas de un periodo de exuberancia irracional en los flujos de capital internacional. Los inversores internacionales actúan con prodigalidad prestando dinero a las empresas y bancos y adquiriendo acciones y la deuda nacional de un determinado país. A ese periodo favorable, le suele suceder un periodo desfavorable, en el que se producen bruscas salidas de capital, venta de acciones y de bonos y no renovación de los préstamos a su vencimiento. Así sucedió en los ochenta con los países latinoamericanos, cuando el reciclaje de los petrodólares condujo a un boom de crédito internacional, que se cortó bruscamente con la subida de tipos en EEUU. También fue así en los noventa con los Tigres asiáticos, y ha sido así recientemente con España, cuando nuestra pertenencia al euro propició el endeudamiento masivo de nuestros bancos con los bancos de los países del norte de Europa. Y por supuesto, no fue distinto el caso de EEUU en 2008, cuando su relación con el resto del mundo, y especialmente con China, le permitía financiar déficit comerciales cada vez más abultados, absorbiendo gran parte del ahorro mundial. Como ya advirtiera con acierto Frederick Soddy, la deuda, siguiendo las leyes matemáticas del interés simple y compuesto siempre crece más deprisa que la capacidad que nos da la naturaleza y nuestro trabajo para pagarla. Uno diría que durante el periodo de globalización los capitales flotantes perciben cuando la deuda crece demasiado, y su salida en estampida desencadena la crisis.

  • La relación de las crisis con los flujos de capital y la alternancia de crisis entre centro y periferia se relaciona con variaciones periódicas en los flujos de capital, primero saliendo del centro hacia la periferia, posteriormente saliendo de la periferia para dirigirse hacia al centro. Sobre estos movimientos tienen especial relevancia los tipos de interés en EEUU (saliendo del centro hacia la periferia los capitales cuando los tipos de interés son bajos, e invirtiendo su sentido cuando los tipos de interés son altos) y, de forma a mi juicio todavía más marcada, los tipos de cambio (saliendo los capitales cuando hay expectativa de tipos de cambio a la baja, y entrando cuando hay expectativas de tipos de cambio al alza). Como vimos en La guerra de divisas (II): el verdadero origen de la crisis financiera global, los movimientos en los tipos de cambio pueden considerarse auténticos movimientos tectónicos de la economía, y pueden preceder a fuertes crisis, tanto por su incidencia en los precios de los activos, como por la consecuencia de esto, salidas de capital, ante la perspectiva de menores ganancias por la pérdida de valor de los activos. La devaluación se retroalimenta de forma positiva con las salidas de capital, dado que estas salidas hacen que la moneda se deprecie, y esto a su vez hace que más capital quiera salir, dada la depreciación que se produce en los activos (el mecanismo inverso funciona en la época de bonanza).

lunes, 27 de julio de 2015

La recuperación de Mariano y la España Ponzi



Es aburrido repetir siempre lo mismo una y otra vez pero tenemos la mala costumbre dejarnos llevar por las fantasías con demasiada facilidad. Ya sabéis, cosas como “esta vez es distinto”, “los pisos no pueden bajar de precio”, “hay petróleo para 200 años”, etc. Nuestra particular burbuja intelectual patria, en la que han caído tan solo algunos forofos del partido en el gobierno, todo hay que decirlo, es la de la recuperación firme de la economía española, “el milagro de Mariano”. Es cierto que hay más escépticos que creyentes, pero por aquí y por acullá cada vez le asaltan a uno más broteverdistas que insisten con la fe del carbonero que ahora sí, nuestro despegue por fin está basado en fundamentos sólidos. Pero viendo la economía española cabría preguntarse, ¿que ha cambiado?, dejando a un lado que el sector de la construcción ahora es mucho más pequeño, no se aprecia cambio alguno en la estructura económica, ni siquiera tendencia hacia el cambio. En consecuencia, algunos se agarran a la “austeridad”, la ferrea determinación con la que hemos puesto orden en las cuentas públicas y cercenado el derroche que era característico de anteriores gobiernos. Esta fantasía, que ya indicamos en otra ocasión que carece consistencia teórica y empírica, queda desmentida con echar un vistazo al ritmo de acumulación de la deuda pública. Por lo tanto sólo nos quedan los datos, se crece, y eso es signo de que las cosas van bien, pero también se creció a buen ritmo entre los años 1999 y 2008, y sin embargo el resultado fue el desastre ¿Qué podemos esperar de este nuevo ciclo de crecimiento? Sólo que cese de forma tan brusca y dolorosa como el anterior.


Una “recuperación” modesta en el empleo

Pero veamos los datos. Desde el primer trimestre de 2014 aumentan los ciudadanos que trabajan, habiéndose recuperado casi un millón de ocupados en cinco trimestres.


El número de parados disminuye desde algo antes, y con mayor velocidad.


Ello se debe a que la población activa disminuye desde el tercer trimestre de 2012.


Sabemos que la demografía española está muy mal, pero nos tocaba comenzar a perder población activa en torno a 2019, así que este dato tenemos que explicarlo por el exilio económico de inmigrantes y gente joven. Por último, si echamos un vistazo a la recaudación por cotizaciones sociales de la Seguridad Social.


Lo que observamos es que se recupera desde diciembre de 2013, pero de forma tan débil que llama la atención. La explicación que nos dan los expertos es que el empleo creado es de escasa calidad, con menores salarios y jornadas de trabajo más reducidas que el empleo que se ha perdido. Parece que el comentario del catedrático Carles Manera, “España no está creando empleo sino repartiendo las horas de trabajo”, es una buena parte de la verdad.


La España “ponzi”, pedir deuda para pagar los intereses.

Veamos ahora el coste de la “recuperación” en términos financieros. Los datos empíricos muestran que los países suelen tener especial intolerancia hacia la deuda externa, suele ser habitual que la deuda externa deje de renovarse, en lo que se conoce como “sudden stop”, un fenómeno que ya padecimos en nuestras carnes. Si observamos la evolución de la deuda externa española respecto al resto del mundo, vemos que tras comenzar a moderarse en el segundo trimestre de 2012, vuelve a subir con fuerza a partir del último trimestre de 2013 (coincidiendo con la recuperación en el empleo), y de forma muy significativa en el primer trimestre de 2015, que son los últimos datos que tengo.

martes, 12 de mayo de 2015

El trilema de Nácher y el fin del euro


La situación de Europa y los conflictos que se están desarrollando en su seno, y sobre todo, los estados estables a los que podemos aspirar, de forma realista, en el seno de Europa, se pueden representar mediante un trilema. En un trilema, nos encontramos tres proposiciones aparentemente favorables, pero sólo dos de ellas son posibles al mismo tiempo. En el caso de Europa, las proposiciones son, mantener una moneda única, mantener la democracia y mantener las finanzas, públicas y privadas, separadas e independientes (sin mutualizar parcialmente) entre los países miembros de la moneda única.

No estamos diciendo nada nuevo, estamos representando de forma sintética algo sobre lo que se han escrito ya ríos de tinta. El trilema, que podríamos llamar trilema de Nácher (puede parecer pretencioso, pero aunque no sea algo nuevo, en nuestra sociedad el primero que llega se queda con el nombre, y bueno ¿qué queréis? mi objetivo es tener la máxima repercusión posible), podría expresarse así:

Europa no puede tener al mismo tiempo una moneda única y sistemas políticos democráticos, siendo al mismo tiempo las finanzas de cada país relativamente independientes del resto, es decir, que reflejen sobre todo su situación económica y las expectativas creadas por sus políticas.

Esto quiere decir que en Europa nos moveremos inexorablemente entre tres estados estables:

Moneda única, y no mutualización, ni siquiera parcial, de deudas públicas y privadas, lo que implica que no puede mantenerse la democracia. Aquí no hablamos de una democracia formal, con votaciones entre una agenda de opciones predeterminada, o democracia del consumidor, sino de una democracia con algo de soberanía, capaz de tomar, aunque sea parcialmente, sus propias decisiones. Es uno de los polos hacia los que oscila el caso griego. Sí, se les ha prestado dinero, para salvar a los acreedores, y se les ha hecho alguna quita, pero se suspendió el referéndum Papandreu, y se le quitó de en medio, y ahora se dice que el programa de Syriza es utópico o populista. En definitiva, para mantener el euro y la independencia entre las deudas públicas y privadas de los distintos países, se restringe al máximo la soberanía y la democracia griega.

Independencia entre las deudas de los países y democracia, lo que implica la ruptura del euro.

Moneda única y democracia, lo que implica mutualización parcial de las deudas.

martes, 28 de abril de 2015

¿Es la economía una ciencia? El lamentable ejemplo de Politikon y el modelo piramidal de los recursos.


En ocasiones hemos señalado la extraordinaria simpleza de las conclusiones de algunos economistas, como los que establecen que Roma colapsó a causa del socialismo. También hemos señalado lo falso de alguno de sus cimientos conceptuales, como la conocida fábula sobre el origen del dinero a partir del trueque, que con tanto fervor defendió aquí Juan Ramón Rallo, y que se encuentra en la base de falacias como “la propensión natural del hombre al intercambio” de Adam Smith, o en la consideración del dinero como una mercancía, uno de los virus más perniciosos que pueden infectar la mente humana.

Por fortuna no estamos solos en esta crítica, la tolerancia social hacia los economistas es cada vez menor, y en la actualidad se pueden leer artículos como La fraudulenta superioridad de los economistas en medios del mainstream como el diario El País. Pero los austriacos, a los que hacíamos en el pasado blanco de nuestras críticas, son la parte “folclórica” de esta historia. Su relevancia es más política que académica, desplazando hacia el extremo el centro de gravedad del sentido común de la sociedad. Troleándolos nos podemos echar unas risas, pero no cambiaremos el mundo, así que ya es hora de dar un paso más en la dirección correcta y comenzar a denunciar las mismas prácticas de los austriacos en los neoclásicos, precisamente la escuela o paradigma dominante. Dominante a través de métodos que no es ni mucho menos exagerado definir como contrarios al debate científico, pero ese es otro problema que trataremos más adelante.

Para los neoclásicos, el pensamiento y los modelos más avanzados sobre explotación de recursos naturales son, como no podía ser de otra manera, los suyos. Recientemente tuvimos una ocasión única de comprobar los fundamentos de estos modelos, gracias a la contestación al manifiesto Última Llamada realizada desde la web Politikon. La contestación se basa en dos argumentos habituales de la economía neoclásica, el modelo funcional o piramidal de los recursos y la sustitución entre capital natural y el hecho por el hombre, merced al progreso tecnológico y a las señales que emiten los precios. Nos ocuparemos aquí del primero de los argumentos, y espero hablar del segundo en un futuro, ya que ambos son muy discutibles.

¿Qué es lo que plantea el modelo funcional de los recursos? De forma simplificada, que la explotación de los recursos se realiza siguiendo un orden, extrayéndose primero los de mejor calidad, y que además la abundancia relativa también sigue un orden, siendo los recursos de mejor calidad escasos, y los de peor calidad muy abundantes. Este efecto crea una paradoja, según estos “expertos” de la economía: cuantos más recursos gastamos, más tenemos, aunque puede ser a costa de un mayor precio. En palabras de Juan de Ortega (pseudónimo usado por la gente de Politikon cuando no quieren firmar con su nombre).

Es cierto que las vetas más rarificadas necesiten una cantidad “exponencial de energía” para su extracción (Philips and Edwards, “Metal Prices as a Function of Ore Grade”, Resources Policy, 1976) pero las cantidades alcanzables en cada nivel de rarificación también crecen exponencialmente. La consecuencia económica es que para una tecnología constante, cada punto de incremento porcentual del precio de un mineral tiene un impacto multiplicativo sobre la cantidad obtenible a ese precio. No es el milagro de los panes y los peces: aquí al final la cantidad hay que pagarla.

jueves, 19 de marzo de 2015

Economía y necesidades humanas: El caso de la cuidadora de Illescas que llevó a la ruina a su empleadora


En economía, las teorías neoclásica, austriaca y keynesiana, parten de lo que se denomina teoría de la utilidad marginal. Cuando digo “parten”, me refiero a que esta teoría constituye su auténtico punto de partida, su base, los cimientos de todo el edificio intelectual, dado que con esta teoría explican la formación de los precios, y ¿hay algo más importante que los precios? Según la última versión neoliberal, debida a Hayek, pero asumida de forma general, el mercado sería el procesador de información más potente y preciso que existe. El culto al dios “Mano, el invisible” le atribuye la omnisciencia como característica más destacada, a pesar de las numerosas evidencias en contra de esta afirmación.

Frente a la teoría de la utilidad marginal surge como su “némesis”, la teoría del valor trabajo marxista. En realidad, cuando uno llega a estas cuestiones con cierta edad y bagaje cultural, enseguida percibe que es difícil entender una teoría sin la otra. Una defiende que el valor lo da el trabajo (y que por tanto el trabajador es explotado) y la otra que el valor es totalmente subjetivo, depende de la “utilidad” que las personas atribuyen individualmente a un bien, sin relación alguna con el trabajo empleado en producirlo. No hay que ser muy inteligente para comprender desde el primer momento que ambas teorías son falsas, el valor lo crea, sobre todo, aunque no de forma exclusiva, la energía (parte de esa energía puede ser trabajo humano) y el descubrimiento (el ingenio humano), tal y como ya explicó Frederick Soddy hace años. Sin embargo, su sentido común fue ignorado por los ortodoxos de todos los partidos, más interesados en usar las ideas como arma política que en adaptar sus teorías a los hechos.

Pero dejemos esto a un lado, dado que podría llevarnos a una discusión “escolástica” sobre el sexo de los ángeles. Los defensores de la teoría de la utilidad marginal se encuentran muy a gusto en ese terreno, lejos de los hechos que podrían enturbiar sus bonitas teorías.


Por el contrario, intentaremos bajar a la tierra y explicar un caso particular desde el punto de vista de la teoría de la utilidad marginal y desde otros puntos de vista heterodoxos, algunos relativamente nuevos, otros olvidados ya hace tiempo, pero que tienen en común hacer hincapié en la vertiente social del valor, aspecto que complementa enormemente el punto de vista de Frederick Soddy.

miércoles, 18 de febrero de 2015

De políticas y relatos, o por qué la crisis no ha cambiado nada


Dice Nassim Nicholas Taleb que nos aferramos a nuestros modelos mentales de la realidad con fiereza, aunque no hayan sido comprobados del todo. Un simple suceso contrario hace que todo el modelo se venga abajo, como en la falacia del pavo. Denomina a estos modelos “narrativas”. Por otro lado, ya explicamos que Cornelius Castoriadis afirma que todas las sociedades humanas crean sus instituciones, pero que la mayoría de las veces deciden ocultar esta creación y atribuirla a los dioses, la naturaleza o cualquier otra fuerza. Por último, según George Lakoff el lenguaje está lleno de metáforas conceptuales, metáforas sin las que sería imposible pensar, y dichas metáforas están muy a menudo teñidas de contenido moral o valorativo, contenido que es capaz de envolvernos, creando un marco gracias al cual se puede convencer a un individuo, o una nación, de las más peregrinas ideas.

¿Qué relación hay entre estos tres autores y sus ideas? Más bien poca, debo reconocer. Si empiezo así este artículo es para destacar la suprema importancia que continúa teniendo lo simbólico para el cerebro humano. Sí, descubrimos la luz de la razón, pero sólo para dejar constancia que en realidad era una parte del espectro lumínico, y el mito y la creencia son otra parte de él. Separar el grano de la paja no es tarea fácil, y mientras lo hacemos no podemos retrasar la acción. Necesitamos un punto de anclaje, y este bien podría ser una simple creencia racionalizada. Nosotros postulamos que la economía neoclásica es poco más que eso, pero ese no es el tema de hoy. El tema de hoy son las racionalizaciones o los relatos que hemos construido en torno a la crisis económica, y como unos han ido desplazando a otros, hasta llegar, sorprendentemente al punto de partida. Estamos en el punto de partida, y la ideología neoliberal ha emergido de la crisis sin apenas un rasguño (o quizás no, quizás presenta daños de momento ocultos a nuestros ojos). Según Philip Mirowski, esta es la crisis que casi nadie previó, y que sin embargo ha reafirmado a todos los economistas, de todas las distintas escuelas y corrientes en sus convicciones. La crisis ha demostrado que todas las distintas teorías económicas son ciertas al mismo tiempo.

En todas partes, desde los hayekianos más fanáticos de la derecha hasta el polémico Joseph Stiglitz de la “izquierda legítima”, casi todos los economistas con un perfil público modesto declaran actualmente que la crisis demostró claramente que su propia teoría económica favorita estaba en lo cierto después de todo, y, por consiguiente, no hay ninguna necesidad de reclamar una revisión exhaustiva de la economía.

martes, 27 de enero de 2015

Europa ¿Estupidez o maldad?

Lutz Bachmann, ex-lider de Pegida difundió esta foto por Facebook antes de ser conocido

Un día después de que el líder del movimiento Pegida, que moviliza a decenas de miles de personas en cada una de las ciudades donde protestan contra la islamización de Alemania, dimitiese como consecuencia de la difusión de una fotografía en la que imita la imagen de Adolf Hitler, el Banco Central Europeo decidía hacer algo parecido a lo que prometió hace más de dos años cuando Mario Draghi afirmó aquello de “hare lo que sea para preservar el euro, y créame, será suficiente”.

Desde los medios de comunicación de masas han martilleado a la opinión pública con las inmensos parabienes que van a llover sobre nosotros. Primero, un euro más barato permitirá exportar más. Segundo, el efecto riqueza creado en los tenedores de los activos animará la economía, especialmente si se produce un goteo hacia abajo de esa riqueza, esa marea que sube todos los barcos que hasta ahora nadie ha visto. Tercero, alivio de los costes financieros de los estados. Y cuarto, llegarán más reservas a los bancos y fluirá el crédito. Si los tres primeros beneficios son reales, aunque el segundo de ellos de dudosa utilidad para el conjunto de la población, es más, probablemente negativo para la mayoría de la ciudadanía, el cuarto no llegará a producirse, es tan sólo una fábula.

Tampoco nos han contado los traspiés que podemos encontrar a medio plazo, contribuir a hinchar nuevas burbujas, especialmente en el exterior, pero a mí me preocupan especialmente dos aspectos de esta medida, de uno de ellos no se habla, del otro se habla tratando de minimizarlo, empecemos por el primero.


El terrible peso de la deuda sobre nuestras cabezas

En primer lugar, una explicación teórica.

Es un principio básico de contabilidad que por cada activo financiero hay un pasivo equivalente. Un depósito al que se pueden girar pagos a través de una tarjeta, es un activo para una familia, y un pasivo para el banco. Un bono del tesoro o corporativo es un activo para su dueño y un pasivo para el emisor. Los hogares también tienen pasivos, como las deudas hipotecarias o los créditos al consumo.

Por consiguiente, si sumamos todos los pasivos y activos de una economía, estos deben ser iguales. Si ahora dividimos la economía en tres sectores, público, privado y resto del mundo, es evidente que el saldo neto de los tres debe ser igual a cero, es decir, el ahorro de un sector debe compensarse con la deuda de los otros dos, o viceversa.

Lo que acabamos de contar no son más que igualdades contables, no se trata de oscuras teorías económicas basadas en premisas irreales sobre el comportamiento humano. Cualquiera puede tomar los datos de, por ejemplo España, y comprobar que esta equivalencia se cumple.
 
Capacidad/necesidad de financiación de los sectores de la economía española.